Sin duda, no hay
acto más ceremonioso que aquél que está dotado de elementos
oficiales, obedece a la tradición y guarda en su esencia la base de
unos valores y signos que mantienen su sentido en el cumplimiento de
un protocolo milimetrado.
Estamos asistiendo
en estos días a uno de esos actos. Ayer, 20 de enero, como marca la
costumbre, desde 1937, el reelegido presidente de los Estados Unidos
de América, juró su cargo en un acto íntimo junto a su familia.
Puesto que este año ha sido domingo, los fastos se han retrasado al día de hoy,
el siguiente lunes después del día 20, haciendo de éste un día
festivo para los funcionarios federales del Distrito de Columbia y
alrededores con el único objetivo de reducir el tráfico en el
entorno de la celebración.
Desde 1981 la
ceremonia se celebra en la fachada oeste del Capitolio frente a los
homenajes a los antiguos presidentes Washington, Lincoln y Jefferson.
Tal es la
importancia de este acto que los fondos para su desarrollo son
encargados al Presidential Inaugural Commitee. Y hoy en día no hay
acto perfecto que no sea comunicado y orientado a quienes no pueden
asistir, y en eso los norteamericanos son expertos, así la ceremonia
pública de Toma de Posesión será no sólo un acto oficial sino un
evento mediático que podremos seguir gracias a los canales
habituales y las redes sociales a través de la propia Casa Blanca
*Bibliografía: United States Protocol. The Guide to Official Diplomatic Etiquette, Ambassador Mary Mel French