Ya ha pasado una semana de la muerte de una de las personas más influyentes del momento si tenemos en cuenta el flujo de información y de mensajes de condolencia que surgieron desde todas partes del mundo.
Asumida ya su desaparición, surgen las voces que buscan un sustituto para la persona que con tenacidad y esfuerzo revolucionó la comunicación en el mundo. Y no a nivel técnico con sus estructuras, formatos y creaciones sino, y sobre todo, por su forma de transmitirlas, un mensaje claro, conciso y directo que bebe del espectáculo americano de quien convirtió en oro todo lo que creaba. Quién si no conseguía que sus productos generasen interés antes mismo de ver su resultado, que sus presentaciones pudieran verse en directo y no sólo a través de sus canales, sino de los medios que acudían a ellas, quién generaba colas para su adquisición en cualquier lugar y sin tener en cuenta el precio (y en estos momentos de crisis). Y es que como muy pocos hizo de las Relaciones Públicas un arte, una materia que dominó y que no varió incluso en sus peores momentos. Incluso su muerte pareció querer ceder el turno a su último producto.
Todo tiene un ciclo y nada está en la cresta permanentemente, será difícil superar lo que logró porque como nadie tuvo en cuenta que los canales de información han cambiado, ahora todos podemos ser receptores y creadores de información, y los periodistas han de comenzar ya a pasar de ser meros informadores a analistas de las fuentes de las que surgen las comunicaciones.
Y antes o después un nuevo genio surgirá que volverá a revolucionar el mundo en el que vivimos porque nadie es capaz de evitar que continúe girando.
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