jueves, 24 de octubre de 2013

Una herramienta para la comunicación


Que el protocolo comunica nadie lo discute, que sea la excusa para comunicar lo que queremos ya es otra cosa… (pero tenemos que tenerla en cuenta).

Y es que el protocolo sólo ocupa líneas en debates y medios cuando se “rompe” (cual jarrón de porcelana) o cuando alguien se lo “salta” (como en un campeonato hípico) y, sin embargo, el protocolo está en cada acto, evento o encuentro que se produce a cualquier nivel. El protocolo ordena y dispone según unas normas, leyes y costumbres que no todos conocen pero de las que todos saben.
Cualquier persona, empresa o institución trabaja en la búsqueda de una imagen fiel a sí misma, a sus valores, que logre un prestigio destacado en su ámbito o, según su alcance, a nivel más global. Y para este fin se cuenta con las relaciones públicas, los medios de comunicación, la red de contactos, la coherencia que demuestran dichos y hechos y el protocolo.


Así volvemos al título de esta entrada, si el protocolo comunica, debemos antes de nada saber qué queremos  comunicar: el poder de la silla vacía como muestra de rebeldía,  la reivindicación del centro como significado del poder, el respeto en la reverencia o que se hable realmente de la razón del acto que se ha convocado. 
En este caso los organizadores también deberán tener en cuenta si el evento debe ser importante por sí mismo, por sus presencias o ausencias, por su originalidad o tradición... Habiendo analizado esto y teniéndolo en cuenta desde el primer momento, la transcendencia final del acto ya no nos cogerá por sorpresa. 

En resumen, como herramienta de comunicación, debemos dominar el protocolo para controlar sus resultados porque de esa manera podremos anticiparnos a la noticia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario